¿Cómo empiezo este micro ensayo para captar tu atención sin
un adorno demasiado creativo? Es casi imposible porque las personas necesitamos
estímulos llamativos para que algo nos atraiga. Nos gusta más una canción que
un texto por el ritmo que tiene. Pero ¿por qué esos adornos superficiales hacen
que algo nos atraiga más?
La música y la poesía son las artes que más penetran en
nuestro interior sin darnos cuenta, influyendo en nuestros gustos. Esta
relación está probada por el estudio del
especialista en neurociencia Read Montague en el Virginia Tech Carilion Research Institute.
Ha demostrado que el sistema emocional afecta inconscientemente en la decisión
de compra. Nos gusta más un producto si es de marca por las ideas preconcebidas
que se tienen de ella. Esas ideas vienen predeterminadas por sus adornos a la
hora de venderlo, es decir, por su apariencia en la publicidad. Por ejemplo,
quitando el factor económico, si te dieran a elegir entre Coca-Cola y el
refresco de marca blanca más parecido, seguramente elegirías la lata roja con
el logo blanco porque la conoces más gracias a su publicidad. Con esto se
evidencia por qué la gente compra más un producto con adornos y con buena
publicidad. Por tanto, respondiendo a la pregunta anterior, un producto
con adornos nos atrae más porque nos influye inconscientemente a la hora de
elegirlo.
El problema de este descubrimiento empieza cuando las
empresas son conscientes del poder de convicción que tienen sus campañas
publicitarias y se aprovechan de ello. Desde ese momento se preocupan, a veces
demasiado, por la forma en la que venden el producto y no tanto por mejorar su
esencia. Siguiendo con el ejemplo de Coca-Cola, han pasado de vender una bebida con azúcar a vender un sentimiento: “taste the feeling” (saborea el
sentimiento). Esta campaña ha sido de las más productivas de la actualidad.
Pero ese lema no ayuda a que la Coca-Cola sepa mejor, sino a que los
compradores la vean más atractiva. Nos
convencen del buen sabor del refresco por lo felices que son esos actores del
anuncio cuando se lo toman.
Los publicistas de empresas como Coca-Cola manipulan
nuestros sentidos estimulándolos con lemas, jingles o retoques fotográficos.
Por ejemplo, las hamburguesas del McDonald’s son mucho más brillantes y
voluminosas en el anuncio que en la realidad. Así hacen que el producto penetre
en nuestro interior y nos incitan a comprar ese y no otro. El problema continúa cuando esa manipulación de los sentidos
sirve para que el producto se venda más, es decir, lo que está ocurriendo actualmente.
Las empresas no tienen inconveniente en tergiversar la apariencia de esas
hamburguesas con tal de convencer al comprador. Los clientes se creen que
compran el producto tal y como sale en el anuncio. Sin embargo, el producto que
las empresas venden y el que nos hacen creer que nos venden son diferentes. El
producto que nos venden es el más rentable para ellos. Mientras que el que sale
en el anuncio es el más generoso con el cliente, aparentando calidad por la
esencia cuando realmente la calidad está en la apariencia. Lo malo es que la
gente, al no ser conscientes de esa manipulación, incentiva la actitud de las
compañías, ya que el objetivo es vender. Si la gente compra en este método, no
hace falta cambiarlo.
En resumen, las empresas engañan a la sociedad tergiversando
aquello que percibimos del producto, es decir, adornan las apariencias. Nos
hacen creer que el producto es como nos lo muestran cuando verdaderamente dista
demasiado de la realidad. Pero esto no puede cambiarse a menos que la sociedad
actúe. No obstante no va a actuar porque hemos creado un mundo donde las
apariencias priman frente a la esencia.
Muy bien todo (elección del tema, reflexión, expresión...), excepto por un detalle: no se explicitan las ideas de Platón. Vale que la conexión parece obvia, pero era necesario que se revelaran con mucha más exactitud
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